La poeta marplatense Candelaria Pérez Berazadi comparte una serie de poemas con LA CAPITAL, en los que explora los espacios fronterizos que se producen entre el "yo" más íntimo y el entorno que la rodea, lugares que se ven complejizados, paradójicamente, por la palabra misma en su propósito del decir.
Mentir
Las cosas cantan y decantan
por sí solas o con ayuda
un poco de todo sirve y basta
para ver las verdades
o sentirlas y a veces
no tiene sentido andar buscando
las matrices por ahí
porque se fugan o se filtran
por esos lugares que no tienen lugar
por las hendijas de algo o alguien
por los huecos que todavía
siguen sin poder taparse porque
mentir con el cuerpo es más difícil
que mentir con las palabras.
A veces
A veces la luna corta la tormenta
dijo mi abuela con la sabiduría
de las personas que vivieron siempre
mirando el cielo y tocando la tierra.
Otras veces ni aunque esté llena sirve
para frenar el agua porque cae a borbotones
e inunda cada rincón de todos
los que existen en la casa
y a los montes en el campo
los convierte en bolsas anidadas
garúa garúa garúa
a más no poder pero la luna sigue ahí
en el patio arriba de los árboles
se asoma y se regocija entre las ramas
aunque no la veamos ella sí
se queda quieta oliendo por los huecos
y entonces mi abuela deja de pensar
en voz alta atina a creer que tal vez
todo es puro mito seguramente
y se pone a respirar otro poco
y prende la radio esperando callada
a que pase el tiempo y que nada
de lo que está afuera perturbe
su próximo silencio.
Cuerpos
Cuando dos cuerpos se encuentran
no llegan a tocarse jamás:
siempre sigue existiendo
un microscópico espacio vacío
donde caben más posibilidades
de seguir aproximándose
hasta el infinito.
Foto de Candelaria Pérez Berazadi.
Dos dedos
Solo bastan dos dedos
para tirar del hilo y deshacerme
por fin y para siempre
en un pedazo de otra cosa
que no tenga forma
o que sea simplemente
una pila de órganos
devastados contra el piso
pegados a las juntas
de las baldosas
haciendo de pasta para unir
todo el suelo de la casa.
Dos dedos o el silencio
también puede ser
la ausencia de tu voz
la que arrebate mi cuerpo
lo succione como una mantis
y pregone sin biblia
todas las palabras que escupió
la explosión de mí.
Dos dedos o quizá el aire
que me tumbe como el alcohol
tumba a los perdidos en la vida
o a los tristes y desordenados
o a los que ya saben todo
de este mundo y no quieren
recibir una vez más
el sermón de cada día.
Dos dedos o una confesión
también pueden desaparecerme
de un segundo para el otro
hacer que no exista o que quepa
fácil en un alhajero sin abrir
al fondo de un cajón trabado.
Dos dedos y vos
pueden rozar apenas mis filamentos
y decididamente disponer
el límite entre lo vivo y lo muerto.
Subsuelo
Hay un subsuelo en mí
una escalera angosta baja
al centro de mi cuerpo y me lleva
a una habitación chiquita y oscura
que contiene tantas cosas
viejas húmedas vencidas
y otras tantas sin abrir
paquetes enteros de verdades
con fecha de vencimiento
botellas herméticamente cerradas
con todo el líquido perdido
en cada descanso de tristeza
en cada calambre de felicidad.
Al parecer no tiene paredes
aunque una ilusión óptica
muestre un cuadrado perfecto
con altura y profundidad
estantes oxidados que sostienen
cada pedacito que recuerdo
de cada persona
de cada lugar que vi
los ojos y todas las manos
las formas de ser
de cada quien están ahí quietas
y pueden mirarme cuando bajo
lentamente escalón por escalón
porque sigo teniendo miedo
a caerme a rodar sin fin y estallar
en ochenta pedazos o más
contra ese muro invisible
que existe solamente
en mi propio subsuelo.
Nacimiento
Es verdad
seguiremos viviendo
el uno en el otro
en la liminalidad del éxtasis
como me dijiste un día
cuando parecía que todo estaba
a punto de morir pero no
al parecer nada murió
ni nada muere nunca jamás
ni siquiera luego del cese
de los cuerpos finitos
nada se termina.
Y qué cosa es vivir
vos en mí y yo en vos
o al revés es lo mismo
porque andamos de acá para allá
llevando como un bebé en el vientre
al otro que aún no nace que todavía
sigue gestándose infinitamente dentro
a cada paso que damos
a cada tropiezo se mueve
ese feto que lleva tu nombre
que flota en medio de mi líquido amniótico.
Y ya no puedo dedicarme a los vicios
porque yo materno tu propio centro
me dispongo a cuidarte
me surge sin esfuerzo
te acaricio a través de mí y
cuando no te veo te proyecto
me digo todo lo especial
que significa tenerte dentro y
rebozo de alegría me saltan
chispas por todos lados entonces
el parto se posterga hasta no sé cuándo:
es que me gusta ser tu hogar
llevarte a donde quiera que vaya
saber que tu voz retumba
en mis paredes internas
en mi útero que todo conecta.
El día que te desprenda de mí voy a gritar
a llorar de dolor otra vez
aunque sea un nuevo duelo
aunque todo lo sepa todo el tiempo.
Habrá quienes me ayuden a soltarte
en el agua o sentada o acostada entre sábanas
sangrientas quienes me tomen de las manos
fuerte me aprieten las sienes con violencia
y me digan que puje que todo estará bien
que ya estás listo para nacer y yo
lista para liberarme de tu cuerpo adulto.
Me voy a negar lo sé siempre supe
que era un riesgo decidir engendrarte
cuidarte cada día acariciar la panza cantarte
desde este otro lado de la membrana
siempre supe todo eso mientras
observaba esa raya de mar flotando
en medio de tu cuerpo y el mío
el espacio latente que se formaba
la misma línea el mismo fin que nos unía
la tarde que me llegó tu mensaje
la confesión que me hizo llorar.
Ahora grito porque seguís dentro y
desconozco cuándo te daré a luz
cuándo tendré que consultar
la mejor manera de despedirte
de este mundo caliente y plácido
para entregarte a lo desconocido
para entregarme a mí a la soledad
de nuevo una vez más
para decirme que aprenda
que las personas viven siempre
en otras personas por el tiempo
que se decide cobijarlas
en los propios cuerpos
y que entonces
nacer es dejarse morir
para volver a aparecer.
La autora
Candelaria Pérez Berazadi (Instagram @candelariapb__) nació en Mar del Plata el 4 de noviembre de 1993. Es profesora en Letras, por la UNMdP, y trabaja como docente de Literatura y Prácticas del Lenguaje en nivel secundario. Se desenvolvió fugazmente como investigadora de crónicas periodísticas y correctora de textos. Vivió un tiempo en Francia, lo que le permitió empaparse de su cultura y afianzar la lengua francesa que, actualmente, enseña. Su búsqueda artística es desde y hacia el “centro de las cosas”. Entiende a la escritura como una práctica catártica y, a través de ella, intenta referir los espacios fronterizos que se producen entre su yo más íntimo y el entorno que la rodea, lugares que se ven complejizados, paradójicamente, por la palabra misma en su propósito del decir. Junto con la poesía, la fotografía también la acompaña en su camino de exploración artística. Tiene un proyecto en Instagram llamado Poemario Atlántico (@poemario_atlantico), en el que reúne fotos suyas y poemas de varios escritores de Mar del Plata, a fin de indagar y seguir expandiendo las formas de ser en el arte.